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PARVOVIROSIS CANINA


Dentro de la línea que seguimos en esta sección en la que abordamos enfermedades de gran importancia para la especie canina y que por su carácter infeccioso cobra más relevancia si cabe en grupos zoológicos como rehalas o colectividades caninas en general, vamos a adentrarnos en la parvovirosis canina .Es una enfermedad infecciosa de elevada mortalidad. De hecho es una de las causa de muerte de cachorros más elevada sobre todo en las colectividades mencionadas. En cachorros la mortalidad alcanza hasta el 100% y el cuadro presenta un curso sobreagudo en la mayoría de los casos. En perros adultos, la mortalidad es inferior, y según algunos autores varía entre un 5 y un 40% cuando hay un correcto diagnóstico y tratamiento. No se conocen casos de transmisión de la parvovirosis en el hombre ni a otros animales distintos de la especie canina.

Su índice de contagio es muy elevado y el período de mayor riesgo está entre el destete y las doce semanas de vida. Puede incluso afectar, como hemos dicho,  a animales adultos aunque es menos frecuente. El virus que lo provoca tiene una alta afinidad hacia las células intestinales donde se reproduce y a la vez lesiona, de ahí  los síntomas intestinales que provoca esta patología. Es relativamente nueva ya que se descubrió en 1978 y se cree que se debe a la mutación de otro virus.

 También la raza es un factor que predispone a padecerla ya que hay algunas más susceptibles como el perdiguero de Burgos, el sabueso, el springer spaniel, el pastor alemán, el rottweiler, el doberman o el pitbull terrier. Las razas enanas, el cocker spaniel y el perro de aguas son razas más resistentes a la infección.

El virus se transmite por vía oronasal al ingerir alimentos, bebida contaminada o incluso por lamido o contacto con utensilios contaminados. El virus pasa a sangre y de ahí a células muy activas como son las del intestino. Es resistente bajo condiciones climáticas extremas y puede sobrevivir durante largos periodos. Se transporta con facilidad de un lugar a otro en el pelo o en las patas de los animales enfermos o bien en las jaulas, los zapatos, o cualquier otro objeto contaminado. De ahí la alta difusión y el elevado contagio de la parvovirosis

Hemos de conocer la sintomatología ya que un correcto diagnóstico precoz aumenta las posibilidades de éxito del tratamiento. Se puede hablar de tres grupos de síntomas provocando tres formas distintas de enfermedad

      Forma   generalizada que cursa con hipotermia,   coma   y   muerte   repentina   sin
síntomas, afectando generalmente a todos los cachorros de la camada.

      Forma cardiaca en la que la mayoría de la camada suele morir de forma
repentina o por fallo cardiaco agudo. Se observan las extremidades frías, las mucosas pálidas o cianóticas (azuladas), taquicardia  (aumento frecuencia cardiaca),     taquipnea     (aumento     frecuencia     respiratoria)  y convulsiones. El resto de la camada tendrán fallo cardíaco agudo o crónico y morirán en días posteriores, semanas, meses o incluso años más tarde.

      Forma gastroentérica, presentando fiebre durante 1 o 2 días, depresión, anorexia, sed intensa, vómitos y diarreas continuas frecuentemente sanguinolentas, deshidratación muy rápida y muerte del animal generalmente al cuarto o quinto día. Con un tratamiento adecuado y en animales adultos la recuperación empieza precisamente sobre el 5º día.

El diagnóstico clínico es decisivo y se basa en los síntomas clínicos especialmente los vómitos y las diarreas sanguinolentas. Este nos permitirá hacer una aproximación al diagnóstico que se confirmará siempre mediante análisis específicos. El diagnóstico laboratorial se puede realizar con un test disponible en los centros veterinarios que es rápido y fiable y detecta el virus en las heces en pocos minutos, algo fundamental puesto que nos interesa instaurar un tratamiento lo antes posible. Se deben realizar otro tipo de análisis para evaluar el estado general del animal como hemograma (estado   de   las   células   sanguíneas), bioquímicas y evaluación de electrolitos en sangre, todo ello mediante una analítica sanguínea.

El tratamiento debe basarse en hacer frente a los distintos síntomas, ya que al ser una infección vírica no podemos más que intentar que el propio organismo  sea capaz de combatir al virus, aunque podemos ayudarle con potenciadores de la inmunidad. En primer lugar hay que restringir el suministro de alimentos y bebida al animal y combatir la deshidratación con fluidoterapia por vía endovenosa, incluso se puede recurrir a transfusiones. Se pueden controlar con medicamentos tanto los vómitos como las infecciones secundarias asociadas. Son de gran ayuda al tratamiento los complejos vitamínicos. Actualmente existe en el mercado un interferón que eleva mucho la tasa de supervivencia

Cuando los vómitos cesan, el perro puede empezar a recibir una alimentación basada en una dieta de fácil digestión, administrada en pocas cantidades varias veces al día (unas 3 o 6), administrándose también protectores de la mucosa gástrica. Existen dietas de prescripción disponibles en clínicas veterinarias.

 

Prevención
Cuando se trata de un cachorro, la vacunación y la buena higiene son componentes de suma importancia en la prevención del parvovirus canino.
La vacunación es muy importante. Los cachorros pequeños son muy susceptibles a la infección, particularmente porque la inmunidad natural adquirida por la leche materna disminuye antes de que el propio sistema inmune de los cachorritos madure lo suficiente para combatir la infección.
Si un cachorro es expuesto al parvovirus canino durante este lapso en que la  protección está disminuida, puede llegar a enfermar. Un factor de riesgo adicional es que la inmunidad adquirida por la leche materna puede interferir con una respuesta efectiva de vacunación. Esto significa que aún aunque los cachorritos hayan sido vacunados pueden sucumbir al parvovirus. Para disminuir esta falta de protección durante los primeros meses de vida y proveer adecuados niveles de seguridad en contra del parvovirus durante los mismos, se recomienda administrar a los cachorros una serie de vacunaciones que conferirán la protección adecuada.
Para proteger a los perros adultos, los dueños deben de estar seguros que la vacunación por parvovirus debe estar vigente. A pesar de que se lleve a cabo una vacunación adecuada, existe un pequeño porcentaje de perros que no desarrollan inmunidad que los proteja y permanecen susceptibles a la infección.
Hasta que el cachorro haya recibido la serie completa de vacunaciones, debemos ser muy precavidos y no debemos permitir que el animal tenga contacto con material fecal de otros cachorros, por ejemplo, cuando pasea por el parque, por pipi canes, criaderos o residencias caninas, exposiciones o cuando pasea por la calle. A la hora de adquirir un cachorro, criaderos con buena reputación reducen el riesgo a la exposición ya que realizan programas de vacunación, controles sanitarios, buena higiene y el aislamiento de cachorros y perros enfermos.
Siempre se debe evitar el contacto con perros enfermos y sus alojamientos.
La importancia de la prevención se multiplica cuando en vez de un cachorro aislado estamos hablando de una colectividad como el caso de una rehala. Una vez que ha aparecido el virus en ella y debido a sus características de resistencia y propagación son imperativas una serie de acciones:

Hay que desinfectar todas las superficies (suelo, paredes y jaulas) con un desinfectante probado y efectivo contra bacterias y virus. Se deben sacar los animales, la cama y todos los recipientes de comida y agua de la jaula. La limpieza debe ser diaria y la desinfección lo más frecuente posible, sin olvidar los vehículos de transporte de los perros. Se removerán los desechos sólidos (heces, pelos, etc) y se enjuagará con agua con cloro la zonas donde haya orina, evitando salpicar heces o vómito de una jaula a otra o a un área de uso común. Se beben fregar las superficies con cepillos de cerda rígida y deben dejarse actuar al menos 20 minutos los desinfectantes antes del aclarado que será abundante y posterior secado. Hay que evitar usar pistolas limpiadoras a presión o de vapor para la limpieza de las jaulas. A pesar de que el parvovirus no es naturalmente transportado por el aire, puede estar presente en el aire cuando estos sistemas convierten las heces en partículas que pueden ser inhalables.
La educación del personal es fundamental para  entender lo que es la parvovirosis, como es transmitida y como combatirla.
Otra medida preventiva es la cuarentena de los animales incorporados al grupo y los expuestos a la enfermedad, que deben ser aislados. Cualquier animal con síntomas de parvovirus debe ser separado inmediatamente de la población general, puesto en cuarentena y evaluarlo.
Es importante separar animales sanos de animales enfermos y a los cachorros de los perros adultos ya que muchos perros portadores del parvovirus no muestran síntomas por lo que es importante mantenerlos alejados de los cachorros. Y en el acceso a esta zona es fundamental la implantación de un sistema para pisar un desinfectante cada vez que se entre o salga de ella. Cualquier recipiente poco profundo en el que quepan los pies nos valdría.
No es conveniente cambiarlos de lugar a lugar. Cada animal debe ser mantenido en el mismo lugar por el mayor tiempo que sea posible durante su permanencia en la rehala.
Un programa adecuado de vacunación contra la parvovirus es indispensable para cualquier núcleo zoológico sobre todo si incorpora animales, y más aún cachorros, especialmente aquellos con historiales de salud desconocidos.

Si después de seguir todos estos pasos, todavía tiene parvovirus recurrente en la rehala  se deben tomar medidas más fuertes haciendo una  desinfección profunda de  todas las instalaciones. Se le exigirá al personal o a los visitantes que utilicen los lavatorios de pies no solo en el área de aislamiento sino también después de limpiar cada jaula. Se informará  por escrito a los veterinarios de la administración de la situación informando de las medidas tomadas para el control del virus y con ellos de podrá trabajar conjuntamente para erradicar la enfermedad
Una de las pocas alegrías que nos da el virus en cuestión es que  la mayoría de perros que se recuperan de la parvovirus son recompensados con inmunidad a la enfermedad por varios años y a veces por el resto de su vida.



 











 

 

 

 

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